jueves, 20 de septiembre de 2012


Sendero de Vida  


No halló el sendero donde imperase su conciencia. Huía lejos de ella, no por cobardía, toda espera que aniquila la ilusión es una apuesta segura al dolor. Pese al sol tampoco encontró guarida donde prender con llamas sombras que ardían. 

Por mucho que se asomase a sus ojos, su alma escapaba lejos. Le llevaba ventaja y recorría entre Israel y Jordania un lago endorreico salado. 

En plena caza del desánimo, le pide una prórroga a su alma. Temía que no amaneciese. Necesitaba todo su yo para descubrir el llanto verde de algún paraje. 

En ese intervalo se alió con su sombra, ésta venía desgastada, cansada de su nado entre sales y también, de pisar hojas caídas que tapizaron los suelos de bosques desvestidos. 

Detuvo toda pausa, cargó con su integridad unida con cinta de celo transparente. Nuevamente su sombra desaparece. Se reduce a cenizas. Muertas se plantan en sus pies que yacen de esperanza, de fe. 

Se proclama el funeral de los árboles secos, la luz del día alumbra de espaldas. 

Ahora, su alma sonríe, le tapia los ojos y se siente cada vez más lejos de ella y más próximo a la muerte. 

Pese a todo, marchaba cada tarde al parque a respirar algo de aire, y si era posible, evitar el naufragio de los rayos solares. 

Observaba a las aves, nunca conoció sus nombres, las bautizó con apodos. 

Todas tenían distinta apariencia, y todas picoteaban en las ventanas de su casa. 

En una de esas tardes, un pájaro vuela hacia él y se postra sobre uno de sus hombros. Le mira de forma penetrante y le pregunta: − si podría donarle comida −. Los árboles estaban enfermos, sentencia inevitable por y para el hombre.

Sorprendido, le responde:− por supuesto, pero previamente deberás enseñarme a volar −. 

Tras varios rodeos por lugares colindantes, el pájaro siguió su vuelo, y él planeó como un halcón. Cayó sobre el cementerio sin poder descubrir las letras de oro con las que se escribe la palabra Libertad.  

Belinda escucha con suma atención la lectura de Carlos. 

Acababan de estar juntos, llevaban mucho tiempo aplazando ese encuentro. Caminando en las arenas, tachando las horas, ambos no sabían si desertar de su vida tan arraigada a la soledad, o, por el contrario, aunar pensamientos, sentimientos, compartir…

Belinda felicita a Carlos. Éste se sentía el poseedor de la escritura, el tambor del encuentro. Como un movimiento sísmico de protagonismo, gloria e inmemorable cautivador del corazón del sabor de la miel en los labios de su conquista. 

Belinda, jamás tuvo un corazón vagabundo, realmente sintió que había resucitado, que aún era posible permitirse el mayor antojo que le pudiese ofrecer la vida. 

La generosidad siempre invadió sus normas, y por ello, le envió a Carlos una caja de madera tallada a mano, en su interior depositó flores aromáticas, velas relajantes e incienso importado de India. 

Carlos quiso corresponderle. Acudió a una famosa librería para obsequiarle una obra valiosa. Al entrar se encontró con una gran concurrencia de los amantes de las letras. Ese día se celebraba la presentación del décimo libro de Belinda. 

Él se sintió inflamado por sus palabras, timado. Como si un mar revuelto le hundiese sin remedio. 

Ella no entendió su desprecio. Contactó con él mucho más allá de un reprimido juego de lujuria. Decidió ir a su casa, observó una puerta que no se abría al deseo. 

Carlos, finalmente, le invitó a pasar.

Belinda le comentó: − no entiendo tu displicencia. Me he entregado a ti y te he tenido en mi mente en la oscuridad más triste de este presente −. 

Carlos prosigue en actitud de talismán desbocado. Le dice: − ¿quién era el escritor tú o yo?−.

Ella se sintió impotente, como si una piedra se encallase en su garganta haciéndole regurgitar sangre por la boca. 

Al poco le contestó a Carlos: − jamás quise quitarte protagonismo. Tus palabras brotaban por mi corazón estremecido. No nos conocíamos. Me desarropé de mi talento. Ahora, que tus pájaros te cubran de plumas negras en la sequía del Mar Muerto −. 


12 comentarios:

Antonio dijo...

Tras algunos meses volvemos a encontrarnos y me deleito con tu pluma florida, precisa y preciosa.
Besosss

Cris Gª. Barreto dijo...

Mi estimado amigo:

Me he llevado una grata sorpresa al verte por este humilde espacio que bien sabes es tu casa.

He estado tan ocupada, tan...En fin. Esto mejor en privado.

Ahora solo me queda agradecerte tu gesto, tus palabras...

Bien aabes que para ti estoy.

Recibe un sentido abrazo de la número 50 y muchos besos para tu adorable familia.

Gracias nuevamente.
Tu amiga, Cris.

Cris Gª. Barreto dijo...

Hola José María:

Intentaré visitarte con sumo agrado, solo una cosa: ¿no crees que cuando se entra en un blog la costumbre debería ser dejar un comentario respecto a la obra del escritor? Luego, si quieres que te sigan, previamente hacerte seguidor. En resumen: "mostrar interés".Lo demás ya viene dado por sí solo sin necesidad de pedir.

Recibe un saludo muy cordial.

Cristina M.C. García Barreto.

José Del Moral De la Vega dijo...

Una narración imaginativa y sugerente con un buen estilo borgiano. Me gusta.
Saludos

Anónimo dijo...

Querida Cris:

Creo, centrándome en la primera parte, que es posible que alguna vez aprendamos a volar sin alas, pero, también es posible, que nunca aprendamos a ser libres, ni tengamos oportunidad de serlo. Dependemos demasiado unos de otros, y confundimos los límites de todo tipo.

Me parece muy enigmático tu relato y lleno de significados que no acierto a descifrar, pero me ha gustado mucho.
Si se me ocurre, que el que menos vale de entre dos personas, es el que se tiene que manifestar por encima, para su propio convencimiento y autoafirmación.

Enhorabuena, Cris, y bienvenida.

Un abrazo muy fuerte,

Mª Jesús

Cris Gª. Barreto dijo...

Estimado José Moral De la Vega, agradezco enormemente tu paso por este rincón literario. Tu comentario pese a ser realmente extraordinario no sé si lo merezco. Estoy escribiendo un libro de relatos cortos, será el quinto. Debo manifestarte mi interés en conocer tus obras, pues deduzco que eres escritor.

Bienvenido a esta casa, tu casa.

Saludos cordiales,
Cris.

Cris Gª. Barreto dijo...

Mi querida María José, qué enorme alegría verte por estos lares. Sé que llevo tiempo en barbecho pero sigo escribiendo, con menos tiempo eso sí. Voy a por el quinto libro, será de relatos. Tal vez, posteriormente vuelva a la novela, nunca sin aparcar la poesía.

Tus conclusiones son muy acertadas, no nos vamos a engañar, nadie es libre.

Entiendo que algunas palabras se desencajen, pero ahí yo tengo la llave y lo que realmente deseo es que cada cual utilice su propia llave a fin de que abra la puerta que más desee.

No olvides que no me puedo desarropar de mi parte "enigmática".

Solo una amiga tiene la paciencia que tú me has mostrado. No voy a explicar por este medio.

Pero siempre me vienes al pensamiento como una brisa suave, casi balsámica, que me ayuda más de lo que puedas llegar a pensar.

Doy gracias a la vida por haberte conocido.

Todo mi afecto, es lo que puedo brindarte, nunca disociado de tu enorme maestría en la vida, la escritura. Besos sentidos, Cris.

Alejandro Pérez García dijo...

Cris, nos has regalado un cuento lleno de sugerencias vitales. Para no cansar, solo diré que la frase “Toda espera que aniquila la ilusión es una apuesta segura al dolor” aglutina la identidad de un mensaje aleccionador, cuando menos de advertencia. Por eso, y por otros destellos ejemplares, creo que el espíritu de este cuento será una huella tatuada en la memoria de tus lectores.

Pero este trabajo no es solo destacable por su fondo, también lo es por su forma: estructura y estilo de expresión. La estética, armonizada con un tono metafórico y poético, hace que el texto cautive al lector con gusto y fuerza reflexiva. Me ha gustado.

Besos.

Alex.

Mila Aumente dijo...

Querida Cris, un relato muy original, lleno de belleza y poesía;escrito como solo tú sabes hacerlo.FELICIDADES.

Un besito.

Cris Gª. Barreto dijo...

Mi estimado y admirado Alejandro Pérez:

Y yo, desde aquí, invito a mis seguidores a que te lean.

Tu comentario deja evidencia, por sí mismo, de la enorme maestría que posees en la literatura.

Justo la frase que has reseñado significa mucho para mí y, curiosamente, también te ha llamado la atención a ti. A esto le podríamos llamar similitud de pensamiento y/o sentimiento.

Yo lo dejo así, sin explicaciones...

Eso sí no me olvido de enviarte gracias reiteradas por este gran detalle que has tenido hacia mí, y pon ende, hacia este rinconcito de pensadores.

Tembién mil perdones te pido por no haberte concestado antes, pues la salud no ayuda. Lo lamento.

Recibe mi estima incondicional maestro.

Besos,
Cris.

Cris Gª. Barreto dijo...

Mi querida Mila:

No sabes cuánto agradezco tu huella en este espacio. Tu presencia siempre es una alegría; tus palabras, un enorme input que anima a seguir escribiendo.

No olvidemos tus relatos, que bien sabes me encantan.

Mil gracias por tus letras y permíteme que también yo te felicite por tus escritos.

Besos sentidos amiga.

Cris.

Cris Gª. Barreto dijo...

Estimados comentaristas:

Sé que os debo más dedicación. Ahora me resulta prácticamente imposible. Es un peso para mi conciencia.

Gracias y un millón de abrazos a todos.

Cris.